miércoles, 8 de febrero de 2012

¡Magia Borrás!

El juguete al que hace referencia el título de esta entrada era, en mis tiempos de tener sorpresas el día de reyes por la madrugada, que esa es la hora en que me levantaba, o creo recordar que esa era la hora en que me levantaba, para ver qué juguetes "me" habían dejado los reyes magos de oriente, el nombre de una caja de magia, con cuyos elementos se podían hacer sencillos juegos de magia. Un sencillo juego de magia parece que es el invento que Rajoy+Wert -sumados porque el primero lo prometió y el segundo, al aceptar  el cargo de ministro del educación, acepta este juego de magia, y lo va a incorporar a su repertorio- destinado a decapitar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y conceder una extremidad más e la Educación Secundaria No Obligatoria (Bachillerato y Formación Profesional 2º grado -porque el primero es la primaria y la ESO decapitada-). 

Me surgen del alma experimentada en el asunto de la estructuración de un sistema escolar (vale, educativo), dudas, algunas recogidas en una entrada anterior, y muchas más que bullen todavía sin forma determinada, pero que pican en las paredes de esa alma, reclamando mi atención; todavía son informes para mi conciencia, pero ya son, y no es poco. Hay una que veo que sobresale sobre esa masa in forme todavía, y va cobrando vida, y repiquetea llamando mi atención. Me refiero al hecho por venir cuando en el momento de la decapitación de la ESO y la implantación de una extremidad más a la Enseñanza Secundaria No Obligatoria (ESNO -es la primera vez, que yo conozca, que se abrevia, y tiene resabio negativos; por eso, quizás, nunca se ha abreviado; pero la abreviatura,  mediante una sigla más en el siglo de las siglas, de la obligatoria, no es que suene mejor; esta etapa del sistema escolar español lleva, desde su nacimiento, el estigma de la desvalorización, o "puesta en valor negativo", y, por qué no, del desprecio; ambos, la desvalorización y el desprecio, le llega cuando estaba alcanzando a la madurez, a su decapitación) se profundice varios escalones más el decalage, hoy vigente, entre dos líneas vitales del sistema escolar (vale, educativo): centros para hijos e hijas de ricos o casi ricos, y centros para hijos e hijas de no ricos.

Este incremento del agujero entre ambas líneas de desarrollo del sistema escolar (vale, educativo) responde no a la casualidad, ni es un hecho colateral no deseado. Es algo que se ha podido observar, por mi, desde que tengo uso de razón y puedo recontarme mi historia del sistema escolar español (vale, educativo), la que yo he vivido. Ya imagino que el ejemplo que voy a recuperar de mi memoria puede parecer un golpe bajo al proceso de reforma permanente del sistema escolar, que también se ha producido en España, pero...; ahí va: mi camino de ida a mi colegio de mi sistema escolar nacional, me llevaba necesariamente a pasar por dos colegios de monjas, a los que solo asistían chicas, así como al mío solo asistíamos chicos; el primero en el camino de ida demandaba a sus alumnas un uniforme de color azul marino bastante oscuro (luego, de aguas profundas), y a las alumnas becarias un uniforme negro, directamente, lo que les permitía entrar en el colegio por una puerta distinta a las chicas con uniforme azul intenso; mi camino de vuelta a mi casa me llevaba, además de la parada en las futbolines, a pasar por un colegio que exigía a sus alumnas un uniforme gris más bien claro, claramente más digno para mi, menos ofensivo por color y por formas, que el azul intenso del segundo colegio de chicas que me encontraba en el camino de vuelta a casa desde mi colegio de chicos, y que, por lo menos que yo sepa, no tenía entrada especial para las becarias, tampoco recuerdo si éstas tenían uniforme distinto, como en el otro colegio que cito. Los chicos teníamos uniforme, pero solo para actos oficiales, no para diario; debía ser porque los chicos, al revés que las chicas, no sufríamos en nuestro crecimiento el desarrollo físico de elementos protuberantes y siempre llamativos para el hombre, según los curas, que debían disimularse con pliegues y tirantes anchos. Estos dos colegios de monjas han sido para mi, ¿siempre? espero que no, el referente para entender qué es esta sociedad en la que vivo, y he vivido, y cómo debo entenderla.

Para salir de dudas de mis versiones de los hechos comentados, puede valer una cita de Nietzsche, que dice textualmente, según el manuscrito U I 5, que no llegó a la publicación del libro Sobre el porvenir de nuestras escuelas, Fábula Tusquets Editores, Barcelona, 2009, y corresponde a uno de los cinco manuscritos conservados. Recojo la cita en el conjunto del texto para su mejor comprensión, y resalto en negrita y no cursiva el texto que he elegido para trasladar a esta entrada:

Efectivamente, ¿quién puede hacerse idea, en definitiva, de los difícil que es la misión de gobernar a los hombre, es decir, de conservar la ley, el orden, la tranquilidad y la paz, entre mucho millones de individuos, pertenecientes a una casta que en su inmensa mayoría es descomedida, egoísta, injusta, irracional, inmoral, envidiosa, malvada y, por si fuera poco, bastante limitada y extravagante, y, además, defender a los pocos a que ha tocado en suerte alguna posesión contra el número enorme de quienes no tienen otra cosa que las fuerzas de su cuerpo. Un Estado en condiciones tan tristes se une a cualquier aliado: y, cuando un aliado se ofrece espontáneamente, con frases pomposas, cuando como ha hecho Hegel por ejemplo, lo llama "organismo ético absolutamente perfecto", y establece como misión de la cultura que cada cual encuentre el lugar y la situación en que pueda servir del modo mejor al Estado, ¿quién va a tener derecho a asombrarse en tal caso de que el estado salte al instante al cuello de semejante aliado espontaneo , y lo salude con plena convicción y con su profunda voz barbárica: "¡Eso es! ¡Tú eres la cultura, tú eres la civilización!"? (páginas 111, y 176 nota 4 de la tercera conferencia)

La decapitación del la ESO y la implantación de una extremidad más en la ESNO va a ampliar el gap, ya existente en el sistema escolar (vale, educativo) español desde "tiempo inmemorial", al primar la preparación para la universidad (tres cursos de bahillerato), que para eso se hace en aras de formar a los mejores por capacidad y mérito, y llegar así a encontrar una gatera por la que colar el I+D+I, y vender, como ya hizo la Ley General de Educación (1970), en el sentido de hacer publicidad, la contrapartida de igualar la formación profesional al bachillerato, cuando menos, y seguramente en nada más, al asignarle tres años de curriculum en vez de dos. Aquí encontramos, hecho real, el principio de igualdad de oportunidades, acabarán vendiéndonos el dúo Rajoy+Wert. Pero este juego de magia no podrá realizar (es decir, pasar de la potencia al acto) los propósitos que el dúo de referencia predica: reducir el fracaso escolar y mejorar la preparación de los alumnos que eligen, después de salvar obstáculos en cuyo final es imposible no elegir la universidad, cursar estudios "supriores" universitarios.

También ha pronosticado Wert la constitución de una Comisión de Sabios que ofrezca a la política líneas de mejora para la Universidad. En la página 178 del libro citado de Nietzsche, escribe en el manuscrito no publicado U I 5: 

El hecho de que nuestro estudiantes estén condenados a escuchar. de que sólo se los tenga en cuenta como oyentes, de que, prescindiendo de esa escucha, se les abandone en medida inquietante a sí mismos, sin guías. ¿Dónde encontramos una institución tan sorprendente? Desde luego, podemos suponer que quien consiga explicar ese hecho habrá aclarado por sí mismo el significado de la universidad como institución de cultura.

El mismo autor y el mismo libro, pág. 174 y 175:

(...) Por eso, el impulso a la más amplia generalización de la cultura tiene su origen en un completa mundanización, en una subordinación de la cultura -considerada como medio- al provecho y a la felicidad terrenal entendida groseramente. Extensión de la cultura, par disponer del mayor número posible de empleados inteligentes. Influencia de Hegel.

Estos textos forman parte de las conferencia que Nietzsche pronunció en Basilea, a los veintisiete años, a partir de comienzos de 1872.


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