lunes, 13 de febrero de 2012

A vueltas con la "excelencia" en el sistema escolar.

Otra vez sale en defensa de los excelentes una autoridad escolar  -el ministro del ramo, J.I.Wert-; la potestas del ministro le permite hace declaraciones de este tipo, al igual que defiende otros cambios en el sistema escolar español. Para cuando hablamos de "excelentes", tal como lo dice el ministro, estamos hablando de alumnos excelentes, de personas excelentes; es decir de alumnos o personas que sobresalen de la media, que tienen unos resultados, ya que el ministro se declara resultadista, que sobresalen por encima de los de sus compañeros. Pero la auctoritas del mismo ministro, su capacidad moral reconocida socialmente para emitir juicios y opiniones, está por demostrar, y se la tiene que ganar. Luego, con sus "poderes" puede legislar a través del Consejo de Ministros y de las Cámaras, en las que dispone de mayoría.

Un paréntesis; cuando, quien quiera, defiende la tesis de aumentar al autoridad de los profesores, y pretenden resolverlo con el Código Penal, no caen la cuenta de que están hablando, de hecho, de aumentar la potestas de los mismos, y no de la auctoritas; así nunca se podrá resolver el detectado,  oportunamente porque el origen del problema está en la legislación que se pretende cambiar debida al partido en el poder,  problema de autoridad de los profesores que tienen que enseñar y educar sin autoridad -es decir, sin poderes suficientes-, y se carga la culpa a la mala educación de las nuevas generaciones. No hace falta aportar citas de siglos, muchos, anteriores que pone  encima de la mesa que esa cuestión, casi con igualdad de los términos, ha existido siempre, debido a las diferencias generacionales seguramente. 

Volviendo al asunto de loa excelentes, pinchando el título de esta entrada, se pueden leer las declaraciones del ministro de educación al ABC de Sevilla, publicadas en el ejemplar del 12 de febrero de 2012. Para ir directo al grano; creo que los alumnos excelentes, además de tener buenos resultados académicamente, deben mantener conductas dignas de la consideración que lleva aparejada la excelencia; en contra de lo que opina del ministro, se pueden conseguir óptimos resultados académicos y ser un friki. Pero más importante; el ministro de que los alumnos excelentes no tiene ahora suficiente recompensa a su esfuerzo, porque una mal denominada pedagogía pretende esconder estos  hechos a fin de no desmoralizar al resto de los alumnos que obtienen perores resultados académicos. Creo que la recompensa de la excelencia -es decir de ser mejor que otros- es la admiración.

Para no caer en una explicación prolija, causada, seguramente, por mis personales dificultades para hacer patente conceptos oscuros, transcribo unas frases sencillas y perfectamente comprensibles de Aurelio Arteta:

(...)la admiración denota el reconocimiento y la aprobación de alguna excelencia; o sea, de una cualidad propia de una persona, de un acto o de una institución que se nos ofrece en grado sobresaliente. (...) se refiere sobre todo a lo que nos atrae por su eminencia y superioridad, y despierta por ello tanto nuestra elevada estima como la voluntad de hacerlo nuestro o ponernos a su altura. Y este segundo modo de admiración, que llamaré práctica y en particular moral (...).
(ARTETA, Aurelio, La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral, Pre-textos, Valencia, 2002, p. 67 y 68)

Estoy convencido, tras más de treinta años en el sector de la escolaridad y de la educación, de que la admiración nunca ha dejado de existir en el sistema escolar, y por ello mismo, nunca se dejado de admirar al buen alumno -dicho sea en el mejor sentido del término buen-. Otra cosa sería, y es posiblemente a lo que pretende dirigirse el ministro , hablar del sistema de evaluación, de calificación, y de valoración de los resultados académicos de los alumnos. Si de esto hablamos, corríjase ya la pantomima de la selectividad, que con una media de cuatro en la prueba, se hace la media con la nota de expediente; de ahí hacia abajo, ¿no?


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