lunes, 13 de julio de 2020

La enésima ley general de educación.


Es seguro que el nombre de la nueva ley de educación, en proceso de aprobación en las Cortes, no será, ni de lejos, similar al título de esta entrada, pero título formal es lo de menos. La prueba es que Álvaro Marchesi titula su artículo de opinión en El País de hoy, 13 de julio, "Una ley educativa en pandemia", en la versión en papel; el mismo artículo en versión digital tiene el titulo "Una ley educativa en tiempos del coronavirus". El texto de su artículo es el mismo, y el título en papel, algo sincopado, dice lo mismo que en la versión digital.

Marchesi da por hechos y/o adquisiciones del sistema escolar durante esta pandemia unos cuantos prenotandos de la nueva ley, para concluir que el texto de la ley responde a los hechos y adquisiciones de los que parte. Estupendo; recoje de la realidad esos hechos y adquisiciones, forzando un "poquito" su verdadera realidad social y su extensión, los da por adquiridos, y, por eso mismo, constan en el texto de la ley, que es anterior a la pandemia. Nada más.

Me parece que la realidad del sistema escolar y educativo español es bastante más complejo y variable.  

lunes, 30 de septiembre de 2019

Devaluación continua. (Titulo de un libro)

Datos del libro:
Andreu Navarra, Devaluación continua, Tusquets editores, Barcelona, 2019.
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Para seguir el juego el título, propongo "devaluación continuada", quizás porque "continua" siempre me ha recordado a los cines de sesión continua, y "continuada" aporta, creo, el matiz de la persistencia en el error.

A lo largo de la lectura he subrayado o marcado frases, párrafos, e incluso palabras (por ejemplo; se refiere en varios contextos a las clases sociales "subalternas", que me ha rememorado a Raimon). Elijo, para empezar, la siguientes líneas:


Y muchos (profesores) sospechan que se les está intentando convencer de que retengan a generaciones de alumnos en centros de entretenimiento destinados a que ciertos barrios no hagan más que producir empleados de bajo perfil. (Pág. 171).

Esta denuncia, sino acusación, me trajo a la memoria una cita de H.G. Wells, leída en un libro sobre siete de los  ateísmos vigentes por esos mundos de dios.

En Anticipaciones(1901), su libro más vendido, H,G, Wells (...) imaginó un nuevo orden mundial regido por una élite científica extraída de los pueblos más avanzados del mundo. Sobre el destino de los pueblos"atrasados" o "ineficientes", escribió: "¿Y en cuanto al resto, esos enjambres de personas negras y morenas, y amarillas y de color blanco sucio que no entran en las nuevas necesidades de la eficiencia? Bien, el mundo es mundo, no una institución benéfica, y deduzco que tendrán que marcharse (...).Les toca morir y desaparecer". (Tomada de JOHN GRAY, Siete tipos de ateísmo, editorial Sexto Piso S.A., Madrid, 2018).

Depende del punto de partida del lector el libro de Navarra  puede resultar solo uno más, el de este principio de curso; o una llamada de atención, con sonido de campanas llamando a rebato, desde la impotencia y el estrés; o un detallado dibujo, que ni retrato,  ni siquiera análisis, sino, como confiesa el autor, un ensayo. Un ensayo que recorre, salteado de anécdotas veraces, salvo una según confiesa el autor, la realidad del sistema escolar (educativo) de Barcelona (porque en esa ciudad ejerce el autor de profesor de lengua  y literatura). A veces es reiterativo, como si quisiera el autor confirmar que lo ha escrito; con todo,  no es un ensayo sobre todo el sector en Barcelona, según me parece, sino de la enseñanza pública en ciertos barrios, aunque deje caer de vez en cuando que en la privada concurren similares circunstancias. 

El artículo de periódico que me dio a conocer el libro resumía esa llamada de atención sobre alumnos y profesores; los primeros incapaces de atender y de pretender aprender, y los segundos enfangados en la burocracia  y la brega diaria. 

Mi resumen, porque el autor  lo reitera casi en cada página (exagero, claro), es que denuncia, sobre todo, la desaparición del aprendizaje de contenidos, materia científica, conocimientos; el desconocimiento del alumnado de la secundaria (obligatoria y bachillerato) del léxico suficiente para entender diez líneas o una breve explicación del profesor; coincido con las dos denuncias del  autor. Dentro de este ámbito, también echa de menos la memoria, porque es imposible entender o explicar sin una base de datos personal: datos memorizados; también coincido con el autor.

No me convence, por desagregado,  el capítulo dedicado a la nueva institución. No resulta fácil inventarse una nueva institución escolar,  y rondar entre modelos existentes no lo resuelve, porque si queremos buscar modelos en activo, es posible que  sumemos varios miles, e intentar repetir algo existente olvida las múltiples variables que condicionan el funcionamiento de un centro escolar.


martes, 24 de septiembre de 2019

Una opción ante los conciertos económicos con la enseñanza privada.

Transcribo unas líneas de El País de 24.09.2019, "La izquierda británica propone...", pág. 3. En España vamos en dirección opuesta al ofrecer el concierto también para el bachillerato a los colegios privados. (Para conocer el sistema de financiación UK: https://blog.ccidiomas.es/2018/10/31/tipos-de-colegios-privados-en-uk/)


Los delegados del congreso laborista respaldaron, además, de forma mayoritaria que se suprima la actual condición de organizaciones benéficas de la que gozan los colegios privados en el Reino Unido, y que se eliminen las subvenciones que reciben y reviertan al sector público sus propiedades. Es un modo de promover la desaparición de unas instituciones que han arrastrado durante décadas la acusación de elitistas. Los laboristas van más allá, y proponen imponer a las universidades una cuota en el porcentaje de admisiones de alumnos procedentes de escuela privada. Exigen que no pase del 7% la proporción que refleja el número de estudiantes de instituciones privadas entre la población educativa general.

domingo, 22 de septiembre de 2019

Apertura de curso 2019-2020. (III).

El periódico El País anuncia hoy domingo, 22 de septiembre, un debate semanal sobre educación y sistema escolar. Otro más que reproduce los anteriores desde el Libro Blanco (1969 ?) para la reforma de la educación hasta el habido en el seno del Congreso de los Diputados, que se quebró tras la monición de censura. Los anteriores pretendían formular una ley de reforma educativa, y llevamos unas siete desde 1970. Con todo y con eso, el sistema ha seguido vigente y viviente todos los cursos, soportando páginas y páginas del BOE y de los boletines de las Comunidades Autónomas.

Es posible que esta realidad (debates y leyes,  y el día a día del sistema) se deba a que el sistema escolar funciona alrededor de las leyes que se suceden, y asumiendo solo el encalado de sus paredes con el color de cada ley.

viernes, 20 de septiembre de 2019

Apertura de curso 2019-2020. (II)


La sociedad del primer tercio del siglo XXI demanda  al sistema escolar bastante más que el marco delimitado por Johnson hace más de ciento cincuenta años. Ese más incluye, sobre todo elementos sociales, educación ambiental, respeto a los derechos humanos, etc.; también aspectos individuales que posibilitan todo lo anterior, y que puede incluir resiliencia, entereza, capacidad de adaptación a una realidad social que es cambiante, como siempre, pero a una velocidad nueva.

En consecuencia, los fines del sistema crecen, a la vez que crece la perplejidad a la hora de establecer prevalencias o prioridades entre las piezas del conjunto. A la hora de  secuenciarlos entre los quince cursos de la educación primaria y secundaria, y entre los cinco/siete cursos universitarios (en total, veintidós años de formación y educación) la disgregación, las reiteraciones, las ampliaciones derivadas de la lupa con la que nos acercamos a la realidad escolar, las correcciones impuestas por errores y por virajes de la sociedad, hinchan sobremanera la diáfana primera concreción de los fines de la educación.

Este proceso que los fines recorren se cruza, necesariamente, con igual, o más, dificultad por  la complejidad de la tarea. Millones de alumnos que cambian cada año y que, a la vez tienen siempre la misma edad en cada curso, pero que, casi imperceptiblemente cada año, introducen pequeñas indicaciones de cambio; cientos de miles de profesores que se constituyen en claustros, cuya composición varía anualmente (jubilaciones, otras opciones laborales, cambios de centro, entradas y salidas de este nicho de puestos laborales), la edad (desde los veinticinco a los sesenta y cinco); el giro de cabeza para enfocar al sistema escolar que todos los estamentos de  la sociedad hace casi cada día esperando soluciones arbitradas por el sistema escolar a sus necesidades concretas.

Aún más. Antes de aterrizar en las aulas, todavía queda por resolver qué enseñar y cómo hacerlo. Qué enseñar y el reparto entre espacios teóricos (asignaturas) debe resolver complejas decisiones; asignar a esta fragmentación del conocimiento, si es que ya se tiene claro qué y cuánto de todo el conocimiento debe ser enseñado/aprendido, y de forma secuenciada a lo largo de veintidós cursos académicos, los contenidos académicos concretos que estarán vigentes durante cada años académico.

¿Cómo hacerlo?¿Cómo enseñar/aprender (o aprehender)? Volvemos a las dos mil opciones posibles. Los defensores y gestores de la Ley General de Enseñanza de 1970 hicieron una gran tarea. Legislaron un marco estructural del sistema escolar y ofrecieron unas orientaciones pedagógicas, y dejaron en manos de cada centro y de cada claustro la concreción diaria de la tarea educativa y académica. Resumo; este margen amplio en manos de los centros y de los claustros llevó a las editoriales a ofrecer libros de texto para cada curso con hasta cinco niveles académicos, más las adaptaciones de cada profesor.

El qué enseñar/aprender pudo adaptarse a los diferentes alumnados. Con un solo control  desde fuera del sistema: selectividad para acceder a la Universidad. Las decisiones sobre el cómo se convirtió en un ilimitado campo de experimentación. 

El segundo equipo de directores generales del Ministerio de Educación "puso orden" en el sistema, lo encorsetó, se casó con una teoría pedagógica concreta. Desde entonces navegamos a golpe de timón, y son muchos los que quieren coger el timón para imponer sus posiciones. Así nos va.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Apertura del curso académico 2019-2020.

Al inicio de los cursos académicos las editoriales españolas suelen lanzar novedades sobre el sistema educativo español. En la apertura del curso  19-20 la primera referencia que conozco es la reseña que El País del 15 de septiembre publica sobre el libro "Devaluación continua", de Andreu Navarra, de la editora Tusquets. Es obvio que no he leído el libro y también que pienso leerlo. Lo cito porque me da pie para escribir unas líneas sobre qué es importante en el sistema escolar conforme mi modo de ver el asunto.

En 1992 el periódico El País publico una revista con motivo de la Expo de Sevilla, que abordaba la realidad española y europea desde muy diverso prismas. Uno de los artículos se centraba en la educación; autor francés; no sé donde tengo esa revista, aunque sé que está por casa. Lo que me importa ahora es que recuerdo que hacía mucho hincapié en la necesidad de clarificar y concretar los fines del sistema escolar o educativo. Es uno de los elementos que el libro citado, según opina el reseñador, considera vital y primordial. 

Coincido con ambos textos. Me cuelgo de la opinión de William Johnson que, hace más de ciento cincuenta años se dirigía a los alumnos de Eton en la apertura de curso con estas palabras:



Al venir a esta escuela os comprometéis a una tarea no tanto de adquisición de conocimientos cuanto de realización de esfuerzos intelectuales mientras os sometéis a la crítica. Podéis conseguir cierto caudal de conocimientos; y no debéis lamentaros por la horas empleadas en acumular lo que acabaréis por olvidar, pues la sombra del conocimiento perdido al menos os protegerá de muchas ilusiones. Pero venís a una gran escuela no para adquirir conocimiento , sino para adquirir artes y hábitos: el hábito de la atención, el arte de la expresión. el arte de daros cuenta en un simple momento de una nueva idea, el hábito de someteros a censura y refutación, el arte de indicar asentimiento y desacuerdo de manera graduada y medida, el hábito de fijaros en los detalles con exactitud, el hábito de saber hacer las cosas a su tiempo, el gusto y la discriminación, el valor mental y la sobriedad mental. Sobre todo, venís a una gran escuela para conseguir el conocimiento de vosotros mismos.

(Tomado de PÉREZ-DÍAZ, Víctor, La esfera pública y la sociedad civil, Santillana- Taurus, Ciencias sociales, Marid, 1997, pág. 151 y s. Este autor toma la cita de ROSOVSKY, Henry, The University: An Owner´s Manual, Norton, Londres, 1990.

Para comenzar cualquier debate sobre los fines del sistema escolar puede valer esta descripción, porque resume  cualquier preámbulo de cualquier ley orgánica y sus primeros artículos en los que se concretan los fines. Los legisladores intentan concretar todos los fines del sistema que la realidad social del momento demanda y, así, se llega a listados prolijos con fines indeterminados por causa de la abundancia interminable de dianas, ignorando el lector a qué diana apuntar para empezar.

En segundo lugar, si llegamos a un acuerdo sobre el fin concreto del sistema escolar, debemos considerar que cada apertura de curso académico abre la puerta del sistema a un colectivo de millones de alumnos que son  todos nuevos, y ocurre cada mes de septiembre, porque todos los alumnos tienen un año más; visto desde los ojos de un maestro de primaria, sus alumnos y alumnas de primero de primaria siempre tienen seis años y son nuevos y distintos cada curso, y debe enseñarles lo mismo y atender a la educación de personas que todos los años tiene seis años.

Puede parecer que a partir de los fines y de los educandos ya se pueden meter las manos en los elementos académicos y educativos de cada etapa y de cada curso, sin más. Pero no podemos olvidarnos de que en sistema escolar interactúan los alumnos, los profesores, las familias, las autoridades educativas y toda la sociedad. Una realidad, en resumen, mucho más compleja de lo que los legisladores, los académicos de la pedagogía y la psicología, y la sociedad entera están dispuestos a aceptar, porque definir y controlar exige una reducción jivarizante de la realidad a la que atender.

Embarcar a los cinco componentes personales del sistema escolar en los constreñidos contornos que concretan el sistema escolar es algo así como reinventar el camarote de los hermanos Marx, en el que caben todos y todo. Ese todo en singular incluye, por supuesto, todos los embrollos sociales que el sistema escolar debe atender; un ejemplo histórico: cuando se destapó el SIDA, todas las administraciones (OCDE, MCE, Estado, Comunidades, Ayuntamientos, Facultades de Pedagogía y Psicología, etc.) se quedaron mirando a  los profesores de Primaria y Secundaria, exigiendo que prepararan a sus ante esa realidad, ignorando todo de qué se trataba y qué debía explicarse; este fenómeno se repite ante cualquier problema social; valga una de las últimas descargas en el sistema: enseñar a los alumnos economía financiera para que los timen.

Según la reseña del libro de Navarro, el libro se centra en los alumnos y en los profesores. Los primeros, absortos en el mundo del teléfono móvil, y los segundos (insuficientes y envejecidos) sin formación para recoger a estos educandos. 

Una parada en estas reflexiones. En un libro escrito por un inspector de educación francés en los años sesenta del siglo pasado, concluía que el fracaso escolar nació cuando un inspector de educación hizo la primera estadística de las notas académicas, y decidió que los alumnos suspendidos habían fracasado. Dispongo de un poso realmente inconsciente de que el sistema escolar no funciona porque es memorístico y los profesores se limitan a explicar; y digo poso porque lo vengo oyendo y leyendo desde que tengo uso de razón; entre otros muchos, y son muchos, seguro,  también acusa Montaigne, y quien lo quiera puede pedirme la cita concreta.

En uno de los tres libros de Harari, escribe sobre el sistema educativo, y se refiere en concreto a las mil quinientas soluciones exclusivas para los problemas del sistema escolar. Desde que lo leí hasta hoy esa cifra puede estar alrededor de las dos mil. Y los sistemas escolares/académicos/educativos siguen arrastrando todas las críticas que los cinco actores del mismo vierten de continuo. La última que conozco, el libro cuya recensión he citado al comienzo.

Es evidente que no dispongo de ningún cuadro teórico que preste soluciones al embrollo del sistema escolar (desde los tres años hasta el doctorado). Si lo tuviera no habría escrito todo lo anterior; además, porque no quiero aportar la solución dos mil una, y caer en la odisea del apagón tras brillar un día en algún periódico o en algún centro/colegio.

Dos mil, y seguramente son más. Infomes FOESSA, libros blancos previos a textos legales. el "famoso" informe de quinientas páginas sobre el fraccionamiento del conocimiento,etc. En las estanterías, solo en algunas. Todo ese material, importante en cada momento, en el olvido, sobrepasado por la realidad social que, no solo avanza/retrocede a su aire, sino que también se resiste a ser encajonada en cualquier molde.

No se puede partir de cero, claro, y menos en el tecnológico siglo XXI (sin ironía, habría dilucidar qué tecnología mejora el funcionamiento de las aulas, al igual que el libro de texto, que tardó unos quinientos años en aparecer tras el invento de la imprenta). Pero sí se puede partir de mirar y ver, en serio, lo que ocurre en las aulas, que parece que es algo de lo que aporta el libro reseñado.








lunes, 9 de septiembre de 2019

¿Insania o insensatez?

He oído de refilón que la fiscalía, no he pescado de dónde, propone  la instalación de cámaras, grabando, en los centros escolares para....prevenir el acoso y, de paso, tener pruebas.

¿Estamos locos? Una amigo, guasapeando, propone algo mejor todavía: cada alumno llevará  una cámara en la frente y otra en el culo. 

Hace unos días, y lo dejé pasar por la lejanía, que en alguna ciudad de China los alumnos llevan un artilugio en el uniforme que les controla cada movimiento.