miércoles, 15 de febrero de 2012

Becas universitarias.

La noticia la da el ministro de educación, J.I. Wert; debe ser estupendo para los periodistas que los ministros suministren casi diariamente noticias. La última, y me parece bien, lo adelanto, es que se va a exigir a los "becarios" universitarios resultados académicos más altos que los que se les exigen en estos momentos; salvo error, casi impepinable por meterme en camisa de once varas, hoy se renueva la beca hasta con dos materias suspensas. Nada que objetar a elevar este rastrero listón; pero no se olvide que se puso para facilitar el acceso y permanencia en la Universidad a un montante mayor de alumnos; todo envejece y pasa; vale, en el mismo sentido en que este termino se utiliza hoy para casi todo, seguramente en sustitución del "bien" anglófilo, la mejora.

Pero. En el Bachillerato de siete años -con ingreso, dos reválidas y selectividad-, y en la Universidad subsiguiente al mismo, todavía más elitista (en 1960, entre las facultades de derecho y filosofía y letras, en la Universidad de Valencia, no sé si llegábamos a setecientos alumnos entre los cinco cursos de cada Facultad; entonces se aprobaban cursos asignatura a signatura del mismo), los alumnos con beca era absolutamente exiguos en número y cantidad, y se les exigía, aún más elitista, notable, como mínimo, en cada una de las asignaturas de cada curso; recordar que las calificaciones era: no apto y apto, y dentro de los aptos cabían los notables, los sobresalientes y las matrícula de honor. No parece que hoy se pueda volver a ese régimen de los becarios de los años cincuenta y sesenta. Vale.

Pero. Hace ya una buena temporada, y no sabría ponerle fecha de inicio porque no soy capaz de reconstruir toda mi historia personal, que me he acostumbrado a leer las noticias, aunque no sean de economía, con un telón de fondo económico. Me gusta el fútbol, por ejemplo, y es cierto, y me he acostumbrado a ver los partidos con las cifras en millones de euros que algunos jugadores llevan en la camiseta en vez del número que, además de su nombre de juego, les identifica; ¿son presos caros?. Dentro de  este trasfondo, la noticia  sobre las becas universitarias tienen, para mi, un trasfondo de "recorte"; es fácil de calcular: si con las condiciones de concesión y renovación de las becas en la actualidad hay un número concreto de becarios, en todas sus categorías, e identificados, es posible saber cuántos de ellos tienen notas inferiores a las que se pretenden poner como listón nuevo, y calcular qué cantidad de euros se recortará sin reducir la asignación presupuestaria, pero sabiendo de antemano el ahorro que se va a producir a finales de cada curso, o desde el curso en que entre en vigor la nueva norma sobre becas. 

Rebuscado; no lo dudo; ¿ malintencionado?; tampoco lo dudo. No era yo malintencionado; sí algo cínico y, a veces, excesivamente directo, aunque algunos muy amigos me corrigen diciendo que algo "cabroncete"; me ha ido enseñando la realidad sufrida personalmente que existe la malaintención, y las declaraciones veladas. Cuando un ministro hace declaraciones a la cara de los periodistas en ruedas de prensa, o cuando hacen declaraciones en conversaciones privadas que saben que les van a grabar, lo hacen con un propósito; no creo que se vayan de la lengua, aunque a veces lo parezca.

Pero. A propósito de los "becarios". ¿ Cuántas clases de becas existen hoy? En los sesenta solo dos: las becas de estudio y las becas, de color, de cada facultad. Hoy podemos añadir: beca de comedor, beca de libros y material escolar, becas  universitarias: matrícula, transporte, residencia, etc., becarios (que antes eran solo pasantes o meritorios), y "becarios especiales" con contrato de un año son despido sin indemnización. No voy a repasar el diccionario de la RAE, ni el panhispánico (¡vaya!) de dudas, ni wikipedia, para saber a qué nos podemos referir al usar el término becario. Sí, porque me gusta mucho, el etimológico de Corominas, y en la entrada "beca" dice: "vestido que bajaba de la cabeza hasta las espaldas, llevado por ciertos clérigos", "insignia en forma de bandolera, que llevaban ciertos estudiantes", "prebenda colegial"; ahí está, la beca es una prebenda. Pero Corominas cuenta más cosas. El origen del término es incierto, como el de las becas, ¿no?; en los siglos XV y XVI, y en catalán, significaba "capucha", "gorro redondo", "embozo de capa" (este significado también en castellano). Más preciso aún:  "Como la acepción `pensión de colegial` es también antigua (Tirso), podría pensarse en derivar del judeoespañol  bécah ´,  ´medida equivalente a la mitad de un  siclo´, voz de origen hebreo que ya aparece en la Biblia de Ferrara: entonces el sentido original de beca sería la cantidad otorgada en especie al estudiante para su manutención, de donde pasaría a designar la insignia de la prebenda".


(Manifiesto contra los corruptos, entrada del 28 de enero de 2012)

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