sábado, 18 de mayo de 2013

Hay muchas maneras de "bordear" una ley.

He dedicado toda mi vida, profesional, se entiende, no es hora de confesiones, al sistema escolar. Desde que leí el Libro Blanco de 1969, antecedente obvio de la Ley General de Educación de 1970, caí en la cuenta de nadie, de ningún país, que  llegue al poder,  tampoco los de la UNESCO, y menos los de la OCDE, se cree, ni en broma, que atender debidamente a las personas que rondan entre el sistema escolar -desde los tres años hasta los veintiocho, desde los veinticinco hasta la jubilación o la derrota, mientras se tienen hijos en edad escolar-, es una tarea digna social y éticamente, pero en muchas ocasiones muy rentable políticamente. En lo único que creen, y el tertuliano ascendido a ministro de "educación", y esta denominación no es más que la constatación de un hecho publicado y refrendado en y por el BOE, con la firma de las dos máximas autoridades de nuestro querido país -y no tengo miedo a la palabra "nación"; simplemente no me la creo ya por demasiado joven y vieja a la vez-, es una prueba más. Se empeñan en encorsetar, no la educación por que no se puede, sino algo menor: aprender una parte mínima del saber universal; la parte que eligen  unos pocos, desconociendo sus consecuencias. Menos mal, y esa es y ha sido mi tranquilidad y mi reductor ético, que las personas que transitan  o han transitado como yo, por el sistema escolar desde los tres ángulos importantes, el cuarto, que es el que representan los que definen y aprueban las leyes, siempre han decidido hacerlo de acuerdo con los parámetros que consideran adaptados y justos a la realidad en que viven. Vamos, que las leyes van por un lado, y la realidad va por otros; para bien y para mal, pero eso no quiere decir que las leyes que encorsetan el sistema escolar tengan mejores intenciones. No encuentro adjetivos, ni sustantivos, ni verbos, ni adverbios, ni interjecciones -que serían las más convenientes en este caso- suficientemente fuertes para calificar la conducta del MEC en la tramitación, hasta la fecha, de la LOMCE. Y lo de menos es el valor académico de la religión, o las religiones, porque supongo que estarán todas en pie de igualdad.

Muy largo el párrafo; si le quito los signos de puntuación no se entendería  seguro, pero se parecería a uno de los capítulos de "Bella del señor" de Cohen. Ya está de hecho y de derecho cortado el párrafo. Punto y a parte. Brindo una solución práctica al asunto del valor académico de la clase de religión o de "¿educación ciudadana"? -¿es así como le llama la LOMCE?-; es muy fácil, en ambas materias, todos los alumnos del centro que pudiera dirigir tendrían como nota mínima un 8, solo por asistir, porque la escolaridad, la asistencia asidua a las clases, que además son obligatorias, para que no molesten por las calles ya posibilita el adquirir conocimientos que justifican el 8 de nota mínima; se acabó la discusión; puedo asegurar con hechos que es un sistema que funciona a la perfección.

La cuestión, el argumento, el tema, y si se quiere el susto, es lo que denuncio en el primer párrafo. Desde, y seguro que me equivoco en la fecha por problemas de descronificación, 1969 creo firmemente en las decisiones que toman las personas que transitan por el sistema escolar, y esto es lo que ocurre en España desde que  transité por él como alumno. Quiera o no el poder, el que sea, la libertad todavía campa por entre los entresijos del sistema escolar, porque no es posible educar, ahora sí, educar y con letras en negrita,  sin ser libres todos, incluidos las alumnas y los alumnos; si una ley escolar se acerca más al margen de libertad mínimo exigido para ser padre, profesor o alumno, pues mejor, y si no, cada uno decido, como debe ser, lo que cree más conveniente.

Dos requiebros finales para el tertuliano ascendido a ministro y sus paisanos del poder. Ya están en este blog, pero los transcribo de nuevo porque pueden tranquilizar conciencias y conductas de padres, profesores y alumnos, más allá de lo que un pobre ideólogo, y solo eso, ideólogo, pueda legislar. A propósito de legisladores del sistema escolar; la LODE, aprobada por diputados y senadores de nuestro país, inmortaliza el "constructivismo" como fundamento pedagógico del sistema escolar; dudo de que alguno de los votantes supiera de qué iba de verdad el asunto, y como otras muchas cosas, es algo que introdujeron en la ley los ideólogos de turno. El constructivismo es solo una derivada ideológico-pedagógica de las muchas posibles, de las muchas que se defienden académicamente; ¿por qué obligar por ley a creer en una teoría pedagógica? Con permiso de la autoridad académica, y hasta donde llegan mis escasos conocimientos teóricos, el constructivismo es una derivada de la psicología cognitiva en su vertiente instruccional -así, en abstracto, que suena a más académico; si le llamara "constructo instruccional", más académico- debida, sobre todo a Ausubel. Para seguir con el tema, remito wikipedia, porque da para muchas horas este asunto si se quiere. Pues cosas parecidas están ocurriendo con la LOMCE, y le he dedicado en este blog unas cuantas entradas, que solo han sido útiles para descargar mi indignación por los desacatos cometidos, y por todos los que se van a cometer. 

Antes de los requiebros, un dato. Al igual que la supresión de la monedas de uno y dos céntimos de euro que van a retirar para que no nos molesten en los bolsillos va a producir un redondeo de los precios al alza, por lo del redondeo a cinco o a cero, la rebaja de los conciertos  y la supresión de los mismo en la FP Superior se redondea con el valor académico de las notas de religión.

Estoy viendo, como si fuera un cuadro lo que estoy escribiendo, y me llama la atención que el corrector automático desconoce los siguientes términos: UNESCO, OCDE, éticamente, descronificación, blog, ideólogo, LODE, constructivismo, académicamente, instruccional, constructo instrucional, Ausubel, wikipedia. Toda subrayadas en rojo; mi diccionario es pobre, está claro. 

Los dos requiebros. La definición, no parece muy antigua porque se desconoce, de educación de Durkheim:

"Educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que no están todavía maduras para la vida social; tiene como objetivo suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que requieren en él tanto la sociedad política en su conjunto como el ambiente particular al que está destinado de manera específica".

El segundo requiebro, de William Jhonson, que adoptó el apellido Cory al salir de Eton:

Al venir a esta escuela os comprometéis a una tarea no tanto de adquisición de conocimientos cuanto de realización de esfuerzos intelectuales mientras os sometéis a la crítica. Podéis conseguir cierto caudal de conocimientos; y no debéis lamentaros por la horas empleadas en acumular lo que acabaréis por olvidar, pues la sombra del conocimiento perdido al menos os protegerá de muchas ilusiones. Pero venís a una gran escuela no para adquirir conocimiento , sino para adquirir artes y hábitos: el hábito de la atención, el arte de la expresión. el arte de daros cuenta en un simple momento de una nueva idea, el hábito de someteros a censura y refutación, el arte de indicar asentimiento y desacuerdo de manera graduada y medida, el hábito de fijaros en los detalles con exactitud, el hábito de saber hacer las cosas a su tiempo, el gusto y la discriminación, el valor mental y la sobriedad mental. Sobre todo, venís a una gran escuela para conseguir el conocimiento de vosotros mismos.

Un tercero, de regalo, de Ruiz-Domènech, que es solo historiador:

la educación tendría que intentar reducir los obstáculos, disminuir la fricción, fortalecer la energía, y debería enseñar a la inteligencia a reaccionar, no al azar sino por elección, ante las líneas de fuerza que contraen su mundo.

No me cabe ninguna duda que la obcecación ideológica, similar a la mía, lo admito, impedirá a los autores de LOMCE comprender estas tres citas, al igual que la mía me impide entender el desbarajuste que supondrá, para la realidad del sistema escolar,  la LOMCE. Y uso desbarajuste porque acabo de leer, antes de escribirla, para no meter la pata, su significado. Copio del diccionario etimológico de Corominas y Pascual:

DESBARAJUSTAR, palabra de historia compleja, parece ser derivado peyorativo de barahustar, aplicado  a varias acciones que se practican con lanzas o armas arrojadizas, quizá compuesto de vara y un verbo hustar procedente del latín tardío FUSTARE, azotar, golpear. (....) y tras casi cuatro columnas de texto, este diccionario admite la derivada "desbarajuste", admitida por la Academia en 1843.

El Corominas y Pascual dice muchas más cosas, muy enjundiosas, pero transcribir de un texto a este blog me cuesta mucho esfuerzo. Para los más interesados, buscar el término en el diccionario citado. No resisto la tentación; este diccionario, al final de la entrada citada, remite a otras connotativas: ¡ véanse!, pues desbaratado, desbaratador, desbaratamiento, desbaratante, desbaratar, desbarata, baratar, desbarrada, desbarrar, desbarro, resbalar, desbastador, desbastadura, desbastar, desbaste, basto, desbautizarse, bautizar (...) desbocado, desbocamiento (...) desbravador, desbravar, desbravecer.

Todos estos términos están admitidos por el diccionario corrector de Google, salvo "desbaratante".

Y para ser justo, ya que he encontrado una buena lista, abreviada por mi, de los términos que el principio de esta entrada en el blog no conocía, tengo que reconocer que el Corominas-Pascual también recomiendo ver el término bravo. No tengo inconveniente en reconocerle bravura al tertuliano ascendido a ministro, lo que no significa en términos taurinos, ya que también defiende la fiesta nacional, ni bondad, ni rectitud en la embestida  ni aceptar la lucha en el albero a la que estaba destinado.


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