En nuestro país queremos sustituir el egoísmo por la moral, el honor por la honradez, las costumbres por los principios, la tiranía de la moda por el dominio de la razón, el desprecio por la desgracia por el desprecio del vicio, la insolencia por el orgullo, la vanidad por la grandeza de ánimo, el amor al dinero por el amor a la gloria, la buena sociedad por las buenas gentes, la intriga por el mérito, la presunción por la inteligencia, la apariencia por la verdad, el tedio del placer voluptuoso por el encanto de la felicidad, , la pequeñez de los "grandes" por la grandeza del hombre. Y un pueblo adulador, frívolo y miserable por un pueblo magnánimo, poderoso y feliz. Es decir, sustituir los vicios y las ridiculeces de la Monarquía por las virtudes y las cualidades de la República.
No tengo nada que añadir, Sr. Rajoy; dígale a su ministro de educación que enfile el sistema escolar de España por alguno de los caminos insinuados por Robespierre. Y tome nota Ud. de paso.
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