domingo, 8 de septiembre de 2013

Educación versus superstición.

En la edición de El País de hoy, 8 de septiembre de 2013, en la página 40, uno de los alumnos excelentes, que lo es con anterioridad a las ideas del tertuliano ascendido a ministro, dice, y entresaco de su declaración entrecomillada, que : "...la degradación de la educación en favor de la superstición...", como uno de los elementos que utiliza el gobierno para desplazar a los trabajadores españoles a posiciones diferentes en la distribución internacional del trabajo a las que se han conquistado a lo largo de décadas.

Superstición, derivada del latín superstitio, -onis, que tiene como traducción española la evidente, superstición, pero también supervivencia. Solemos entender por superstición la asignación de causas sobrenaturales para explicar hechos naturales; ya es mala cosa que se derive la educación -pensar, conocer la realidad, poder decidir, ser y estar en la realidad, etc.- hacia creencias no científicas, pero peor aún es abocar la educación a la supervivencia. Ya sé que todo esto es casi un juego de palabras; ambas direcciones son las que determinan la LOMCE y otras reformas (?) del tertuliano ascendido a ministro. Por un lado da entrada a la religión como materia académica obligatoria, que repartirá tortas contra las explicaciones científicas impartidas en otras materias, y además, sobre todo, condena a la indigencia a la enseñanza pública.

No andaba tan descaminado el alumno excelente que ha tenido que irse de su país para tener trabajo. Ignoramos qué dirán los alumnos excelentes que dentro unos veinte años puedan hacer declaraciones tras ser educados en la superstición y en la supervivencia.

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