viernes, 23 de agosto de 2013

Desagonía personal. (III)

Vuelvo a la peli Elysium. Esta fábula futurista tiene algunas piezas más; no son pequeñas el principio, escenas en las que protagonista, pequeño, y en el cole, escucha a una monja (en 2154 todavía no habían, o habrán, desparecido) un discursito que resulta ser una premonición de su futuro como salvador de la humanidad, y las escenas finales, en las que el "salvador" acepta morir, cuando durante toda la peli su objetivo es curarse él, para salvar a toda la humanidad. ¡Ahí es nada! (Desde pequeño, no sé por qué, siempre que oigo la palabra "salvador" se me va la vista a la iglesia de El Salvador de Valencia, en la que hay un cristo en el altar mayor que siempre me daba miedo; sería por el miedo infantil enquistado hasta  hoy; por eso cuando he oído explicaciones sobre el valor salvífico del crucificado, mi imaginación se iba a esta iglesia, y no a lo que me estaban contando.).

Hoy en día nadie espera a un "salvador", sino a un líder, para que lo arregle todo. Es frecuente oír denuncias  a políticos, periodistas, teóricos, tertulianos y demás clases opinantes, no sé si pensantes, sobre la carencia de líderes en nuestra sociedad. Salvo error de mi memoria, y no lo voy a comprobar, en el diccionario Collins, en la entrada "lead",sustantivo, tiene una acepción curiosa: la correa para pasear al perro. Lo recuerdo para no caer desde el liderazgo hasta el dictador, porque si uno o varios líderes tienen que salvarnos estamos aviados; acabaremos bajo la bota de los dictadores, a no ser que la fábula de la peli no sea tal y ya estemos "gobernados" por los líderes, perdón, por los poderosos: pocos, igual que en la peli, desconocidos y con toda su parentela.

(Leí hace unos años un libro: MALIK, Fremund, Dirigir, rendir, vivir. Management eficaz para una nueva era, Deusto, Bilbao, 2002. El poso que me queda hoy de aquella lectura es que ya está bien de exigir a todos que sean, seamos,  líderes, y digo todos porque todos somos, por lo menos, líderes de nuestras vidas. Nos basta con aprender a hacer las cosas bien; las cosas personales, relacionales, laborales, profesionales; y bien significa: saber hacerlas sin hacer daño a los demás. De modo que bien y bueno se funden en la vida diaria.).

Se me estaba olvidando la LOMCE. En la radio, no recuerdo ni la hora, ni el programa ni el parlante, pero sí la idea: Wert le está haciendo el trabajo sucio a Rajoy jivarizando el sistema educativo, escolar para mi, para que salga más barato. El comentario era a propósito de las becas universitarias y el informe del Consejo de Estado. Pues sí, las seis reválidas de la primaria y secundaria, tres de diagnóstico y tres con efectos académicos, más las pruebas de acceso a cada universidad, más la reducción de becas en primaria y secundaria y en la universidad, no tienen el objetivo de mejorar la calidad y favorecer la excelencia, sino el objetivo de que se privatice, estudie quien pueda pagar, y al estado le salga más barato. Vamos, lo mismo que la sanidad en Madrid, la reducción de servicios sociales y demás "rebajas"; hay que jivarizar el presupuesto del estado cargándose todos aquello que pretende la igualdad, porque, como dice mi amigo, la libertad se da por supuesto.


No hay comentarios:

Publicar un comentario