jueves, 25 de marzo de 2010

Rebuscando en El Desván

Nota previa: Rebuscando entre papeles encuentro, porque lo estoy buscando, un texto de octubre de 2003 que se publicó en la revista escolar del Colegio Arturo Soria, El Desván, que algo tiene que ver con el posible resultado del "pacto por la educación", del que hace muchos días que no se dice nada.

Hace unos meses, al final del curso pasado (2002-03), leí en un periódico que cuatro de los mejores cocineros de nuestro país proponían formalmente que se introdujera en el programa de estudios de las enseñanzas medias la asignatura de gastronomía. Seguramente ignoraban que gran parte de los argumentos que utilizaban en apoyo de su propuesta ya están incluidos en los vigentes programas académicos, por lo menos todo lo referente a sanos hábitos alimenticios. esta noticia nos da pie hoy para reflexionar sobre algunas curiosidades del programa que vuestros hijos deben seguir en Primaria y Secundaria.
De entrada un conspectus pseudohistórico. Cuando comenzó a celebrarse la semana de Cine de Valladolid, se pidió que el cine fuera una asignatura del programa de lo que entonces eran enseñanzas medias (Bachillerato Elemental, Superior); los Colegio de Economistas consiguieron, después de muchos esfuerzos, que la economía entrara a formar parte del programa del Bachillerato Unificado y Polivalente (Ley de 1970), aunque sólo fuera como una opción dentro de la asignatura EATP (Enseñanzas Artístico-Técnico-Profesionales). Lo que en la LGE (1970) era la asignatura de Pretecnología, en la LOGSE (1990) se convierte en Tecnología; ambas denominaciones, sea dicho de paso, se prestan a un comentario, y lo hago en párrafo a parte para no confundir el hilo argumental que hemos comenzado.

Pretecnología y tecnología. ¿Qué hay antes de la tecnología? ¿Qué es la tecnología? ¿Cómo podemos enseñar pretecnología y tecnología? Porque tecnología es, literalmente, tratado de la técnica. Para poder encontrar un profesor de pretecnología lo tuvimos muy fácil, porque al leer los contenidos todo el país nos dimos cuenta de que era un nombre distinto de lo anteriores "trabajos manuales"; para no malgastar el tiempo en ello, en el Colegio Arturo Soria nos inventamos las "actividades científicas", que rehabilitaba una práctica de la sociedad de finales del siglo XIX, que se enamoró de los experimentos científicos sencillos, que se podían hacer en lavabo de casa; no estábamos en el laboratorio, pero sí muy cerca. Cuando, desde la LOGSE, tenemos que enseñar tecnología lo tenemos muy difícil; no hemos encontrado ningún profesor que pueda transmitir a sus alumnos adolescentes y jóvenes recientes un tratado asimilables de la técnica, porque eso significa el término; cuando leemos lo contenidos de esta "área" de aprendizaje en el BOE caemos en la cuenta de que viene a ser una fusión, concepto de moda en muchos ámbitos de la vida contemporánea, de los trabajos manuales y de nuestras actividades científicas; no hemos podido mantener nuestra versión particular de esta asignatura a través de más laboratorio de física, biología y química, porque en aras de una mal entendida igualdad, debemos enseñar la técnica que se hace con sierras eléctricas, martillos, llaves inglesas, radiales, cables eléctricos, etc. Una penúltima curiosidad; se excluye explícitamente, no el ámbito de la tecnología a la informática, porque en este asignatura hay temas de informática, la posibilidad de introducir en la tecnología toda y solo la informática.

Economía, cine, gastronomía, tecnología. Mucho antes, al borde la primera guerra mundial, se incluía en el programa de algunos colegios modernos mecanografía y taquigrafía. También, curiosamente, había en ese colegio concreto, francés, un asesor de formación militar. Seguramente la penuria del bachillerato español de los años cuarenta y cincuenta no dio para nada especial, sólo libros, y pocos; no había formación militar, pero sí "formación del espíritu nacional". La noticia de prensa reseñada y las curiosidades añadidas pueden resultar ser el indicador de una realidad académica, cuando menos, infructuosa. En los cuatro cursos de Secundaria Obligatoria, los alumnos cursan doce asignaturas, materias o áreas de aprendizaje; de verdad, ¿no nos parecen demasiadas? A veces tengo la impresión de que hemos pasado del "saber enciclopédico" al "oír enciclopédico", e, incluso, llegaremos al "ver enciclopédico". Hemos pasado, me parece, de intentar saberlo todo, a saberlas todas. Ambas opciones son imposibles., pero es pero, me parece, la segunda porque se resuelve en no saber nada de verdad. Un adagio latino responde a estas cuestiones: non multa sed multum, no muchas cosas, sino mucho con profundidad y detenimiento.

Mucho se habla de la fragmentación del saber, que lleva a elevar a la categoría de asignatura independiente a parcelas cada vez más pequeñas del conocimiento, fragmentando por ende el aprendizaje; casi deberíamos hablar de disgregación. La fragmentación y disgregación es una consecuencia no deseada de la hiperespecialización. Junto al incremento del número de asignaturas que deben cursar cada años nuestros alumnos con referencia a situaciones anteriores bastante recientes, debemos añadir el incremento de la cantidad de contenidos por asignatura y curso. Es decir, nuestros alumnos cada vez deben estudiar más asignaturas y más cantidad de temas por asignatura. Por este camino podemos llegar a situaciones límite; cada año se demuestran, parece ser, unos doscientos mil teoremas matemáticos nuevos: ¿qué matemáticas estamos enseñando?; se debe de enseñar algo de genética, ¿no?, ¿cuál?, ¿Mendel o la genética actual?; también hay que enseñar historia universal, ¿cuál?, ¿la que se enseñaban en los años cincuenta, que se reducía a los países del Occidente: Europa y América el Norte?, ¿toda la historia universal? Cada lector puede añadir tantos ejemplos como especialidades profesionales existen, y sólo del área de las matemáticas existen, parece o dicen los libros, unas tres mil.

Cada vez más materias y más materia por materia.No es una broma, suena a lo de los hermanos Marx, más madera que es la guerra. Aún más; parece que cada vez que se presenta un problema en la sociedad, siempre se recurre al sistema educativo(entiéndase, escolar); aporto algunos ejemplos. Cuando el SIDA irrumpió en nuestras vidas, todos (OMS, Ministerio de sanidad, Ministerio de Educación, Ayuntamiento, etc.) cargaron sobre las espaldas de los profesores gran parte del trabajo de prevención, cuando éstos no sabían nada del tema, como s lógico, porque nadie sabía nada el tema. Cuando los índices de agresividad y violencia en la sociedad, es el sistema educativo (o sea, escolar), los centros, y sobre todo los profesores, quien debe atajar el tema procurando a sus alumnos, contando con programas específicos (que deben aprender los profes, añado hoy), un talante y unas habilidades que les permitan vivir en ese marasmo de violencia y agresividad, con la esperanza de que se rebajen los índices de violencia n la sociedad. Cuando las drogas, entre ellas el alcohol, entran en la vida de las personas cada vez a una edad más temprana, también son los centros, los profesores, los que deben actuar.

Cono todos los que estamos en el sistema educativo (es decir, escolar), padres profesores y alumnos, somos muy obedientes y sumidos, cargamos sin queja y hasta con convencimiento e ilusión con el encargo y nos ponemos al tajo; estudiamos, discutimos programas de actuación y nos ponemos a ello, sin darnos cuenta de que ni siquiera somos los responsables de lo que ocurre y de que es muy difícil que desde el aula podamos competir con otros mensajeros y con otros mensajes muy atrayentes. No nos damos cuenta de que un profesor no puede acumular en una misma persona y en una única coordenada espacio-temporal varias especialidades: maestro (docente), consejero o tutor de los alumnos, especialista en prevención de la drogadicción, técnico especialista en educación para la salud, mediador en los conflictos familiares de los alumnos, consejero familiar y, también a veces, matrimonial.

En conclusión. ¿Llegaremos a la saturación? Cada vez que se reforman los programas de enseñanza es para añadir, nunca para sustituir; por ejemplo nadie dudó hace años que había que enseñar informática a los alumnos, y lo hicimos, pero fue añadiéndola al programa, no se nos ocurrió sustituir, es decir, suprimir del programa otra para poner e su lugar la informática. Alguien algún día deberá decir basta, porque en ese viaje a ninguna parte, a base de fragmentar el conocimiento, se están olvidando los fundamentos del conocimiento. Non multe sed multum.

Nota: Comencé a transcribir del papel estas líneas el 23 de marzo. El tiempo transcurrido me dice qué aburrido es copiar un texto. Hoy es 3 de mayo. Vale.

2 comentarios:

  1. No será que hay que diversificar la enseñanza y permitir que otros especialistas entren en el aula? Estamos dispuestos a ceder parte del espacio? Sabemos canalizar ésto?

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  2. Por supuesto, que entren especialistas. Seguirá vigente el tema de cuántas materias tiene un personaje de doce, catorce o dieciséis años. ¿Qué se enseña? ¿Cuándo se enseña? ¿Cómo se enseña? Y sobre todo con qué fines se enseña.

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