domingo, 4 de marzo de 2012

Alumnado estable, (Punto 4 de los fundamentos de calidad)

La composición del alumnado es el cuarto factor que he identificado como determinante de la calidad de un centro escolar, o de un colegio, o de un instituto.

Una alta rotación de alumnos en un centro constituye un elemento negativo. Por un lado, porque supone que abandonan el colegio muchos alumnos, y no solo porque acaban el periodo escolar; puede deberse a: mal funcionamiento real del centro, radio macuto decide rebajar la calidad del centro, se presentan opciones mejores, o más baratas en época de crisis económicas. Si el centro quiere mantener la plena ocupación deberá aceptar muchos alumnos nuevos cada año. La alta rotación de alumnos consecuencia de las salidas y entradas, exige al centro un sobreesfuerzo cada año para lograr la integración de todos los alumnos nuevos en la vida del centro. El tiempo, conocimiento, dedicación, de los profesores a este asunto hay que restarlo de la docencia y de la educación. Y es muy importante conseguir la integración de los nuevos alumnos lo más rápidamente posible, porque de ello depende el buen funcionamiento del centro en ese curso.

Con alumnado estable pretendo referirme también a que las expectativas puestas en la albor del centro por los alumnos y sus familias se muevan en una banda más bien estrecha; es decir, que haya una alta coincidencia en esas expectativas, porque de esta forma el desarrollo de cada curso no deberá modificar apenas sus coordenadas. En este marco caben, perfectamente, diferentes ambientes y formas familiares, diferentes niveles económicos, diferentes procedencias culturales.

Una escasa rotación de alumnos y de sus expectativas posibilita una labor a medio y largo plazo, que deja en la cuneta las actuaciones extraordinarias, y se centra en llevar a término los programas que cada seminario didáctico ha diseñado para cada curso, para etapa escolar, y para el final, al concluir la escolaridad en el centro.

Si, además, coincide una escasa rotación de profesores, empieza a ser posible la solera del centro, en el sentido más enológico del término. Una buena solera admite caldos, en nuestro caso, alumnos y profesores, nuevos, pero en cantidades asumibles sin que la solera pierda sus cualidades.

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