Andreu Navarra, Devaluación continua, Tusquets editores, Barcelona, 2019.
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Para seguir el juego el título, propongo "devaluación continuada", quizás porque "continua" siempre me ha recordado a los cines de sesión continua, y "continuada" aporta, creo, el matiz de la persistencia en el error.
A lo largo de la lectura he subrayado o marcado frases, párrafos, e incluso palabras (por ejemplo; se refiere en varios contextos a las clases sociales "subalternas", que me ha rememorado a Raimon). Elijo, para empezar, la siguientes líneas:
Y muchos (profesores) sospechan que se les está intentando convencer de que retengan a generaciones de alumnos en centros de entretenimiento destinados a que ciertos barrios no hagan más que producir empleados de bajo perfil. (Pág. 171).
Esta denuncia, sino acusación, me trajo a la memoria una cita de H.G. Wells, leída en un libro sobre siete de los ateísmos vigentes por esos mundos de dios.
En Anticipaciones(1901), su libro más vendido, H,G, Wells (...) imaginó un nuevo orden mundial regido por una élite científica extraída de los pueblos más avanzados del mundo. Sobre el destino de los pueblos"atrasados" o "ineficientes", escribió: "¿Y en cuanto al resto, esos enjambres de personas negras y morenas, y amarillas y de color blanco sucio que no entran en las nuevas necesidades de la eficiencia? Bien, el mundo es mundo, no una institución benéfica, y deduzco que tendrán que marcharse (...).Les toca morir y desaparecer". (Tomada de JOHN GRAY, Siete tipos de ateísmo, editorial Sexto Piso S.A., Madrid, 2018).
Depende del punto de partida del lector el libro de Navarra puede resultar solo uno más, el de este principio de curso; o una llamada de atención, con sonido de campanas llamando a rebato, desde la impotencia y el estrés; o un detallado dibujo, que ni retrato, ni siquiera análisis, sino, como confiesa el autor, un ensayo. Un ensayo que recorre, salteado de anécdotas veraces, salvo una según confiesa el autor, la realidad del sistema escolar (educativo) de Barcelona (porque en esa ciudad ejerce el autor de profesor de lengua y literatura). A veces es reiterativo, como si quisiera el autor confirmar que lo ha escrito; con todo, no es un ensayo sobre todo el sector en Barcelona, según me parece, sino de la enseñanza pública en ciertos barrios, aunque deje caer de vez en cuando que en la privada concurren similares circunstancias.
El artículo de periódico que me dio a conocer el libro resumía esa llamada de atención sobre alumnos y profesores; los primeros incapaces de atender y de pretender aprender, y los segundos enfangados en la burocracia y la brega diaria.
Mi resumen, porque el autor lo reitera casi en cada página (exagero, claro), es que denuncia, sobre todo, la desaparición del aprendizaje de contenidos, materia científica, conocimientos; el desconocimiento del alumnado de la secundaria (obligatoria y bachillerato) del léxico suficiente para entender diez líneas o una breve explicación del profesor; coincido con las dos denuncias del autor. Dentro de este ámbito, también echa de menos la memoria, porque es imposible entender o explicar sin una base de datos personal: datos memorizados; también coincido con el autor.
No me convence, por desagregado, el capítulo dedicado a la nueva institución. No resulta fácil inventarse una nueva institución escolar, y rondar entre modelos existentes no lo resuelve, porque si queremos buscar modelos en activo, es posible que sumemos varios miles, e intentar repetir algo existente olvida las múltiples variables que condicionan el funcionamiento de un centro escolar.
No me convence, por desagregado, el capítulo dedicado a la nueva institución. No resulta fácil inventarse una nueva institución escolar, y rondar entre modelos existentes no lo resuelve, porque si queremos buscar modelos en activo, es posible que sumemos varios miles, e intentar repetir algo existente olvida las múltiples variables que condicionan el funcionamiento de un centro escolar.