lunes, 13 de enero de 2014

El ministro WERT resume su LOMCE.

La periodista le pide al ministro Wert -antes era un tertuliano ascendido a ministro, pero como ya tiene un Ley Orgánica en su haber político, pues asciende, por escalafón, a Ministro- que resuma las piezas principales de su LOMCE. Contesta Wert que dos son esas temas principales: la autonomía de los Centros y las evaluaciones externas.

Leída la LOMCE en el BOE, me parece que la autonomía se reduce a la posibilidad de adaptar al alumnado de cada centro la orientación/es de la propia ley. Es una vieja canción de todos los ministros desde Villar Palasí (1970, Ley General de Educación). Nunca ha sido realidad..., aunque sí lo ha sido, porque no se puede vigilar e inspeccionar a cada uno de los centros y profesores, pero se ha hecho "de sobaquillo" y asumiendo el riesgo el Director del centro de que le den un buen palo. Hasta ahora, todas la leyes del sistema escolar han forzado la uniformidad; vano intento, como era de esperar, aunque la prédica era de autonomía. Lo previsible, pensando en los "vigilantes de la ley", es que se exija la uniformidad..., que siempre será ficticia, porque cada centro es diferente a los demás; ficticia: basta con no cambiar el nombre de la asignatura e impartir lo que el centro cree que le conviene a los alumnos; por ejemplo: un centro con alumnos que no dominan la lengua castellana, la solución es aumentar las horas de lengua dando lengua en las horas de conocimiento del medio. Esa diferencia está determinada por las familias, por los alumnos, por los profesores, por la zona urbana o rural, por el barrio urbano, y por todas la variables que los sociólogos son capaces de manejar todas juntas. No habrá autonomía para los centros; ¡si van a imponer los programas!

Evaluaciones externas. Seguro que con el paso de los cursos mejorarán los resultados, incluidos los del PISA. Porque se orientará el trabajo en las aulas  a mejorar los resultados, modificando las formas de enseñar, los temas en que se hará más hincapié, y las formas de "evaluar" el rendimiento de cada alumno/a. Prueba: los resultados de esas evaluaciones en la CAM (Comunidad Autónoma de Madrid). Prueba: PAU (Prueba de Acceso a la Universidad, comúnmente, selectividad). Explico una forma de orientar el trabajo en el aula para superar la selectividad: hay alumnos que saben poco inglés, la solución no es enseñarles inglés en un año con tres horas de clase  ala semana, sino que se preparen cinco redacciones de anticresistas palabras perfectamente escritas y memorizadas; cuando tengan que hacer la redacción de l examen de inglés seguro que redactan estupendamente, y es la parte del examen que más vale; que los alumnos vayan perfectamente informados del valor en la nota de cada una de las cuestiones y problemas que plantea el examen de cada materia, porque si se sabe que la pregunta de vocabulario del examen de lengua española vale solo un punto, no vale la pena atascarse en ella. Podría seguir con todas las materias, incluida  la física y las matemáticas y la filosofía.

Salvo error, en el parlamento tras la pregunta de la periodista añadió dos piececitas más: los itinerarios y la reforma metodológica. Hay que ser serios; los itinerarios siguen siendo dos: bachillerato o formación profesional. Y que no nos maree más con el plural; es dual, y no solo la formación profesional, sino los famosos itinerarios. Es archisabido que los alumnos derivados -vaya término; debería decirse "desviados"- a formación profesional por sus bajos rendimientos académicos, no porque sea evidente que tiene una predisposición para ser pintor de brocha gorda, siguen teniendo un bajo rendimiento académico en formación profesional. Si los itinerarios son dos, en castellano es plural, pero que no caigamos en el error de pensar que se va a responder a las necesidades individuales de cada alumno; simplemente se les clasificará para bachillerato o formación profesional por las notas que sus profesores le regalen.

Reforma metodológica. Como la periodista le había pedido un resumen, pues el ministro, que no es tonto, resume, y reduce la reforma metodológica a un uso más racional e intensivo de las TIC´s. Otro plural que reduce a un singular: ordenadores (PC, pizarras electrónicas, etc.), y si se quiere ser más moderno: microelectrónica. La metodología docente se suele quedar corta, sea la que sea, porque habitualmente sus "inventores" se olvidan de que quien aprende es el alumno, no el profesor, y, por suerte para la humanidad, cada alumno acostumbra a tener una forma individual de aprender que no coincide con la del profesor. Hay miles de anécdotas históricas que lo prueban. Una:  tras una conferencia de Piaget, un asistente le preguntó si lo que contaba era verdad, y Piaget respondió que no lo sabía, que se lo preguntase a los maestros.

Con estas gualdrapas, una vez más, un ministro, porque lo quiere y puede, nos impone una ley de escolarización que, según asegura, va a arreglar -en este caso es modesto, no humilde- solo los principales pro lemas del sistema escolar español. ¡Suerte profesores, padres y alumnos! Pero pasaréis por esta, y hasta la siguiente. Nunca en España, en los últimos ciento setenta años, ha sido posible un pacto sobre el sistema escolar. Tampoco esta vez. ¿No será porque desde 1500 nuestra el reino de España entregó la educación a la Iglesia Católica?




No hay comentarios:

Publicar un comentario