domingo, 11 de septiembre de 2011

Los alumnos, por fin.

No digo que sea el único; es el primer artículo, pinchando el título de la entrada, en el que se habla de los alumnos, y de lo que su presencia, ineludible en el aula, supone para cualquier maestro o profesor. En cualquier aula, con alumnos y profesor, se dan dos variables que no se suelen tener en cuenta; las dos son igual de importantes. Una; entra un profesor en un aula cuyos alumnos es la primera vez que los ve, y al cabo de un rato de clase hay alguno que le cae mal, sí; delante de treinta o más no es tan difícil; el mismo profe case mal a ese alumno. Es decir, las relaciones personales de los alumnos y sus profesores están sujetas a las mismas leyes que cualquier otra relación personal y cercana. Dos; todos los maestros y profesores enseñan desde sus propios modos de aprender; no podemos hacerlo de otra forma; y los profes intentan explicar lo mismo desde distintas variantes y modos, porque ven las preguntas en las caras de sus alumnos; pero aquellos alumnos que no están en la onda del profe, es decir, tengan un modo de aprender similar, es difícil que le entiendan. Hay más, seguro, pero para ilustrar la primera cita de los alumnos como personas que encuentro en un periódico a propósito del follón que está montando, me parece suficiente.

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