viernes, 16 de diciembre de 2016

TPC.

Estas siglas del título no corresponden a ningún organismo internacional ni  nuevo ni antiguo, tampoco a ningún órgano judicial (por lo de la "T"), ni a la marca de ningún producto, ni a un nuevo programa de TV. Corresponden al último asunto que ha caído en las manos de los Sres. Diputados de España. 

Las tres palabras mágicas que se esconden dentro de estas siglas, son : "Tareas Para Casa". Hace unos años, más de diez, el decurso del discurso pedagógico derivó en esta nueva denominación, que resultaba, para ellos, menos agobiante para los alumnos, para poder estudiar y publicar en torno a los "deberes", que también se conocieron en la época de los ochenta por "tareas". Los que cursaban por la vía pedagógica, con el TPC, implicaron a los padres en los deberes escolares de sus hijos; eso de regalo ideológico.

Esta alumbramiento ideológico dejó en manos de los padres la responsabilidad de hacer los deberes, es decir, las TPC; que si queremos ser rigurosos deberían representarse  así: "TsPC". Como es lógico, los padres protestan de la carga, nueva,  que les ha caído encima. Sus protestas aumentaron tanto en los años ochenta, que el ministros Maravall dictó un Decreto en el que, entre otros asuntos, se prohibían (sic) los deberes en casa; en clase los que toquen. Nadie, y para seguir la moda: cuando diga nadie es nadie, le hizo caso. En aquellos años todavía la pedagogía no había endosado a los padres la carga de hacer los TPC con sus hijos.

Téngase en cuenta, si nos vamos hacia atrás en el tiempo, que la demanda del sistema escolar a los alumnos era que estudiaran en casa lo que se había explicado y ejercitado, en ocasiones, en clase. Este estudio implicaba hacer los ejercicios que cada profesor mandaba, hoy diría encargaba, a los alumnos.

En la actualidad. Los Sres. Diputados han aceptado entrar en el debate que hay entre los padres y los centros escolares. Para empezar han hecho, por lo menos un poquito, el ridículo contestando a los periodistas sobre su actividad con sus hijos a propósito de los TPC; es verdad que los padres y los diputados, menos versados en la ciencia pedagógica, siguen hablando de deberes. Han hecho el ridículo, opino, porque han tergiversado la realidad de su familia; no me puedo creer que los diputados y diputadas estén en casa a las 18:00 horas para ayudar a sus hijos a realizar y supervisar los deberes; alguno ha confesado que les ayuda los domingos.

Vamos, que dentro de unos meses habrá una proposición de ley regulando los tiempos que pueden dedicar a los deberes los alumnos de cada uno de los cursos del sistema escolar; ¿serán capaces, ya puestos, en regular el tiempo que un doctorando debe dedicar a su tesis?. Tendrán que especificar, entre otras cosas, las situaciones individuales de cada alumno, ¿no? Porque, sin ofender a nadie, un alumno que atendió en clase, se enteró de lo que explicaba el profesor, hizo bien los ejercicios que se realizaron en clase, dispone de una habitación para hacer los PTC y estudiar, ordenada y todo, es seguro que tardará menos que otros que no cursaron las horas escolares con la misma atención. Por ejemplo.

Todo esto, y mucho más que vendrá seguramente, cuando la subcomisión que debe entregar al gobierno un acuerdo, ese con título tan largo que no recuerdo, pero que está en la anterior entrada mía en este blog, sobre la nueva ley de educación, no ha empezado su trabajo, y el congreso se cierra, ¿no?, hasta febrero del 2017. Claro, es más fácil opinar sobre los excesivos deberes de los alumnos, que elaborar un marco legal del sistema escolar. ¡Acabáramos! 

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