domingo, 6 de diciembre de 2015

¿Pacto nacional por la educación? (6)

(...) Enumeraba algunos elementos importantes, objetivos hacia los  que podría evolucionar un niño. La libertad económica y moral, la virtud, la compasión y el altruismo, un trabajo satisfactorio mediante la aceptación de tareas exigentes, una red floreciente de relaciones personales, la conquista de la estima ajena, la consecución de un mayor sentido de la propia existencia y la posesión central en la vida de un pequeño número de relaciones trascendentes, todas ellas definidas por el amor.(...)

Estas líneas no provienen de un texto de pedagogía, sino de una novela -cuya referencia dejaré escrita en nota al final de esta entrada- que  entrecruza la situación vital de una mujer adulta y asuntos de su profesión. Con todo, son una líneas que podrían servir de guía a esa mesa  del pacto nacional por la educación. No es una definición de educación, ni siquiera -mucho menos- del sistema escolar. Son unas líneas que ayudan marcar fines a la educación y al sistema escolar; más, pretenden iluminar otra sociedad, en la que fuera posible que los niños pudieran aspirar a alcanzar los objetivos dejados caer por el novelista.

El trabajo de la mesa para ese pacto, que en periodo electoral parece haber desaparecido del mapa, es difuminar un sistema escolar que ayude a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes para que lleguen a una vida adulta con los mínimos -¿o máximos?- ingredientes que el escritor novela. Me parece evidente que en la sociedad en la que vivimos no pasaría de ser otra novela, porque en  nuestra sociedad el crecimiento económico, del que se espera que cure todos los males por el mero hecho de alcanzarlo, es indiscutible. Una sociedad compuesta por ciudadanos educados en el marco delimitado por el novelista, sería capaz de ver otras posibilidades.

(McEwan, Ian, La ley del menor, Anagrama, Barcelona, 2015, pág. 24)

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