viernes, 28 de agosto de 2015

¿Pacto nacional por la educación? (3)

Sentados alrededor de una  mesa limpia, sin papeles ni libros, para hablar de lo que  cada uno de los presentes tiene en el poso de sus pensamientos sobre el sistema escolar, tras olvidar todo lo que debieron aprender. La mesa limpia es solo el símbolo de una negociación limpia y eutópica, con lenguaje unívoco y directo.

¿Por qué? Porque la realidad social, sobre la que se ha construido el sistema escolar en el último siglo y medio, ha cambiado radicalmente. Algunos datos, casi anécdotas, lo pueden mostrar. Hoy he conocido que en un colegio de Madrid se pide a las familias que los bollos que lleven las alumnas y alumnos para el recreo de media mañana, sean hechos en casa (¡no a la bollería industrial!); cuando arrecia el asesinato y el maltrato a las mujeres, todos se vuelven hacia el sistema escolar (¿por qué solo ha habido denuncias de pederastia a "monjes", y ninguna a "monjas"? ¿No se han dado casos de abusos de monjas a alumnos y a alumnas?); cuando los bancos estafan a sus clientes, la solución es que el sistema escolar enseñe economía para que los alumnos puedan defenderse de los bancos, en vez de perseguir a los bancos que estafan; cuando se detecta una carencia de solidaridad en la sociedad, debe ser el sistema escolar el que se subrogue en la tarea de transmitir ese valor, como si todos los profesores y profesoras fueran solidarios por definición, que no por vocación; cuando se detectan, a mansalva, casos de corrupción política y mercantil, debe ser el sistema escolar el que prevenga el futuro formando emprendedores honrados (¿todos los profesores y profesoras son honrados?); cuando el neoliberalismo campa a sus anchas, ningún político defiende  esos mismos principios para el sistema escolar, y lo acogotan con leyes restrictivas y con censuras; cuando los medios de comunicación social se saltan a la torera su propios principios de defensa de la infancia, es el sistema escolar el que debe enseñar esos infantes a decidir qué programas pueden ver; cunado...,cuando,...cuando,... El sistema escolar se convierte en el bálsamo de Fierabrás para curar todos los males y desviaciones de la sociedad. Así no se puede empezar una negociación para pactar un  sistema escolar para la próxima generación (defiende el texto de Ciudadanos escrito por la familia Punset); poco es poner las bases de una sola generación, ¿no?.

Estoy seguro, a estas alturas de mi vida, de que me equivoco todos los días, y recuerdo, con dolor, los errores que he cometido profesionalmente para no salirme del camino previsto para el sistema escolar, por miedo, pienso ahora,  a que me dejaran en la cuneta. He defendido desde al enseñanza programada hasta la enseñanza sin libros de texto; he defendido la libertad de los alumnos, cuando, a la vez, imponía restricciones de todo tipo a los profesores (no es posible educar en libertad si no me dejan ser libre); he defendido aulas con cuarenta alumnos cuando eran de cincuenta en la realidad, aulas con treinta alumnos cuando la realidad es que eran de cuarenta, aulas de veinticinco alumnos cuando eran de treinta; he defendido los desdobles de cada grupo, en vez de poner dos profesores en cada aula como se defiende ahora, ahora, cuando ya no puedo hacer nada; siempre he defendido la libertad de cátedra, y lo seguiré haciendo; he defendido la enseñanza de idiomas, desde un centro mínimo en Alicante, cuando solo existían Berlitz, Mangold, la Escuela "Central" de Idiomas y una escuela en la Universidad de Granada, y no conseguí, posteriormente, que mis alumnos de enseñanzas medias terminarán con dominio del inglés, y a duras penas el castellano. Tantas discusiones y batallas persiguiendo lo último que aparecía en primera página, que hoy me parecen inútiles, porque los verdaderos cambios se dan en la sociedad, y los profesores, inmersos en ella, provocan, sin pretenderlo casi, los cambios en el sistema escolar, por encima de las leyes, y más allá de esas mismas leyes.

El sistema escolar es un subsistema del sistema educativo, el cual, siguiendo la tradición académica comienza en el sistema familiar, prosigue con el sistema escolar y el sistema de amistadas y sociales, y concluye con el sistema laboral. Los dos párrafos anteriores me indican que ese sistema es lo que se ha roto, lo que ha cambiado. Siento la necesidad de encontrar otros fundamentos. Si Rousseau es el fundador del sistema educativo, volvamos a un preceptor para cada alumno; Voltaire se cachondeó de ese sistema educativo, y antes Montaigne, tras cursar con los jesuitas, fue educado en su castillo por preceptores. Creo, en una visión rápida, que fueron los liberales escoceses los que aplicaron al sistema escolar la economía de escala: es más barato, y eficaz defendieron, enseñar a treinta (ese fue el número de alumnos por aula que defendían) a la vez, que hacerlo de uno en uno.

Todo esto, y más, debería estar sobrevolando, si que constara su presencia,   la mesa de negociación de un pacto nacional para la educación. Seguiremos.

  

lunes, 24 de agosto de 2015

¿Pacto nacional por la educación? (2)

Una de las frases hechas que consumen diariamente todos los políticos -hacer pedagogía- da pie para poner una de la primeras habilidades que deben demostrar los negociadores: que utilicen correctamente el castellano. Nunca -y sé qué quieren decir- he entendido esta frase o giro. Casi seguro que que si dijeran que "quieren enseñar lo que quieren hacer" sería suficiente; sin embargo, "hacer pedagogía" debe parecerles más intelectual, más científico; para seguirles el juego, debe parecerle más "epatante".

No es un chiste rebuscado lo que he contado. ¿Qué pensará un niño de tres años cuando su madre le dice "tráeme el picoco"? No me cabe duda; pensará que su madre no sabe castellano, porque él sabe que se llama periódico, pero todavía no sabe articular todos esos sonidos correctamente y, consciente de que lo dice mal, utiliza el término "picoco". La cuestión no es baladí; a los niños les enseñamos dos lenguas castellanas cuando utilizamos sus expresiones; una la que ellos utilizan, y que los adultos les confirmamos, y otra la que hablamos los adultos cuando no nos dirigimos a ellos.  Como no son tontos, ni locos pequeños, aprenden el castellano correcto, hasta el punto de que son capaces de corregir a los adultos -en una devolución de la pelota correctora-, y más, son capaces de aprender las excepciones, por ejemplo: difícil en vez de difácil, que es el término obvio.

Es conveniente que los negociadores no se dediquen a hacer pedagogía, sino a enseñar a los que están sentados en la mesa de  negociación lo que piensan o defienden sin más melindres; que utilicen un castellano limpio y nítido, que no admita otros sentidos ni tergiversaciones. Porque si llaman "hacer pedagogía" a exponer sus ideas, cómo pueden escribir en un texto comprometedor que los profesores utilicen algún o algunos recursos y métodos pedagógicos. Algún domingo, espero, Grijelmo nos explicará esta historia de "hacer pedagogía".

Ya que hablamos de pedagogía, recuerdo dos anécdotas. Una de Owen, sociólogo inglés, al que preguntaron cuál era su teoría pedagógica, y respondió con una petición de fechas; y lo explicó, porque cuenco, dijo, no tenía hijos, tenía una, cuando tuve el primer hijo, tenía dos, cuando nación el segundo hijo, tenía tres. La segunda es de Piaget; al concluir una conferencia, uno de los asistentes le preguntó si podía confirmar que sus teorías eran verdad, se confirmaban en la realidad, y respondió: "pregúnteselo a los maestros".

Ambas anécdotas, cuya historicidad no puedo confirmar, "ponen en valor" -otro de los giros que los políticos usan con toda dignidad y seguros de que hablando así aparecen más intelectuales, más científicos, más sabios- otra de las "precondiciones" -para no sentirme por debajo de los políticos- que deberían cumplir los negociadores es conocer que teorías pedagógicas, métodos de enseñanza/aprendizaje y recursos metodológicos,  hay, ha habido, y aparecerán, muchas, cada una de ellas con el propósito de ser la mejor, la más eficaz. Sin ir más lejos; el informe PISA consigue puntuar el sistema escolar de muchos países; debería publicar también los diversos métodos pedagógicos que utilizan esos países; creo que no lo hacen, no lo pueden hacer, porque es imposible entrar en tantas aulas cuantas sean necesarias para llegar al denominador común de cada país.    

sábado, 15 de agosto de 2015

¿Pacto nacional por la educación?

Que exista una propuesta política para alcanzar un pacto nacional en educación (sistema escolar, para mi) me ha empujado a retomar el blog. Más aún; me ha empujado a abrir otro blog que, según las condiciones lingüísticas de blogger me ha obligado a utilizar la doble "ene" en vez de la "ñ"como en los albores del castellano, luego "mis suennos", porque la educación es bastante más que el simple sistema escolar. Podré soñar con alcanzar un pacto en el sistema escolar, porque no ha habido en la historia de España ninguno, nunca en la historia entera; conseguir el primero sería..."suennar".

Otra manera de ver el sistema escolar va más allá de la propuesta de Ciudadanos, elaborado por la familia Punset. Si la pretensión es un pacto de "todos", no está mal dejar encima de la mesa una propuesta; pero, a continuación hay que defender su eliminación. Si se pretende un pacto entre todos, o para todos, dejemos la mesa limpia de antecedentes; empecemos por acordar los fines, o el fin, del sistema escolar. La propuesta Punset-Ciudadanos asigna al sistema nacional de educación una doble función: cohesión  social y atención de la heterogeneidad. Lo de la cohesión social ya lo defendía Saint Simon, y no es fácil de deslindar de los flecos fascistas, no es fácil si además se acepta la multiculralidad; la atención  a la heterogeneidad (uso el término para abreviar el texto, porque no me gustaria caer en lo de la "centralidad") es, presumo, un poco más complejo que las líneas del documento que comento. La complejidad de un asunto no está reñida con la claridad, con la nitidez, y esta propuesta, en algunos momentos parece pretender dilucidar un aspecto con propuestas complejas que, además, requieren plazos largos de realización.

Como tengo entre manos el decimotercer "suenno", lo dejo por ahora, a la espera de respuestas de otros partidos. Es mucho que se haya lanzado la apuesta